domingo, 12 de junio de 2011

Lara


Lara rastreaba su manta mientras sus ojos lagrimaban. El mundo le caía encima. Ya no tenía hambre. Ni sueño. Ya no sentía nada. Las gotas que bajaban por su cara seria se secaban. Se dejó caer de la cama para aterrizar en el suelo, y arrastrándose llego a la pared. Allí se quedó sin movimiento durante horas. Lara no sabía que le estaba pasando. Se sentía decepcionada consigo misma. Empezó a quitarse la ropa, prenda por prenda, tirándola a su alrededor. Dejó que el frio empezara a recurrirle el cuerpo. No sabía si realmente deseaba morir congelada, pero era invierno y todas las ventanas de la habitación estaban abiertas de par en par. Por ellas entraban finos copos de nieve, que danzaban al ritmo de su corazón. Ese empezó a latir más rápido al ver que sus dedos empezaban a azularse, pero permaneció allí, quieta. Por su mente surcaban melodías olvidadas interpretadas por un piano, y voces que le recordaban ahora ya a un pasado demasiado lejano. Sintió como el cerebro le bombardeaba cada vez más fuerte. Las paredes se estaban acercando a ella, y la luz del día ya estaba apagándose, transformando la habitación en un lugar oscuro. Aún estar sentada, tenía una sensación de vértigo y su cuerpo se estaba aplanando como si fuera una masa al suelo. Se estaba mareando. Sabía que si restaba allí se moriría. Con mucho esfuerzo se levantó vagueando y se puso su ropa interior. Cerró ventana por ventana, mientras sus desnudos pies se humeaban por la nieve que había entrado. Le dolía la barriga, las piernas… El cuerpo entero. Recogió la manta y se metió dentro de la cama de nuevo. Cerró los ojos intentando dormir, pero era una misión imposible. Por los parpados surcaban diversas líneas de colores neones. Iban de un lado a otro, no tenía tiempo de apreciarlos. Los colores se unieron y causaron una explosión que retumbó todos los sentidos de Lara. De la explosión nació una tela de ropa, un juguete del cual recordaba jugar cuando era pequeña. Se iba a la montaña y lo hacía volar y volar hasta que la cuerda se rompía y él todo fugaz se iba con una sonrisa. Lara soñaba despierta sobre esos días. Deseaba volver en ellos, mientras se le azulaba la piel y se le congelaba el corazón.

2 comentarios:

  1. Bonito texto!!!! Me ha encantado :)
    Y la imagen también
    Un beso!

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  2. Por lo menos tuvo fuerza para cerrar las ventanas. Poco a poco, espero que Lara se mejore :)

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